El director hispano-chileno Alejandro Amenábar entró en liza en el Festival de Cine de San Sebastián, con su nuevo filme «Mientras dure la guerra», un inteligente y matizado relato en torno al inicio del conflicto que asoló España entre 1936 y 1939.
La película de Amenábar, oscarizado por «Mar adentro» (2004) y merecedor de nueve premios Goya, fue uno de los platos fuertes de esta segunda jornada del Festival, en la que el director greco-francés Costa-Gavras recibió el premio honorífico Donostia en reconocimiento a su carrera.
Otra película muy aplaudida y en competición oficial fue «Mano de obra», el primer largometraje del mexicano David Zonana, sobre la venganza de un modesto trabajador de la construcción que pierde a su hermano en un accidente laboral, en Ciudad de México.
«Mientras dure la guerra», en competición oficial, supone la apuesta de Amenábar por una de las grandes obsesiones recientes del cine y la literatura española: la Guerra Civil.
Un filme ambientado en la Salamanca de los primeros meses de la contienda y centrado en el desgarro interior del filósofo Miguel de Unamuno (Karra Elejalde), resentido por los errores de la Segunda República (1931-1936) y desconcertado ante el golpe militar que elevaría al poder al general Francisco Franco.
«Nosotros crecimos en plena Transición [a la democracia], y lo que más me sorprendió» es que «no sabía nada, todo me ha pillado de nuevas», contó a la prensa el director hispano-chileno, nacido en 1972 y coguionista junto con el cubano Alejandro Hernández.
«Toda nuestra generación ha pasado por la guerra civil de puntillas», advirtió Amenábar, quien investigó en abundancia y defendió la actualidad del filme: «Estamos viendo que los extremos vuelven, y posturas que a mí personalmente me inquietan bastante».
El elenco lo completa un histriónico e hilarante Eduard Fernández. El actor de «Todos lo saben», «El hombre de las mil caras» o «Perfectos desconocidos» encarna a Millán-Astray, el fundador de la Legión y sulfuroso simpatizante de Franco, interpretado a su vez por un Santi Prego que trabajó durante seis meses la aflautada voz del dictador.
«En la voz estaba la máscara del personaje»; a partir de ahí «todo fue jugar», explicó Prego. (Agencias)
Deja una respuesta