Pasolini y el dialecto popular

«Buscar el pueblo, los dialectos, irse lejos de la lengua oficial italiana… esto ha sido una característica de Pasolini», explicó Mariapia Lamberti.

La académica italiana, doctora en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), platica con el crítico de cine José Antonio Valdés Peña después de una proyección de El Decamerón (Il Decameron, 1971).

La sesión forma parte de Charlas sobre cine y literatura: Cuento en el séptimo arte, un ciclo organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Cineteca Nacional en donde escritores, críticos y académicos comentan adaptaciones cinematográficas de obras literarias.

«Es cierto que Pasolini enfoca su atención a las diferentes clases sociales, pero la clase social que más le importa es la popular», indicó Lamberti.

«Aquí lo hemos visto, él ha transformado todo El Decamerón en algo napolitano. Hablan todos en napolitano. Hasta los personajes tienen aspecto de gente de pueblo: sin dientes, con las arrugas, con la cara torcida; de gente que, como han nacido, han crecido».

Por otro lado, consideró al autor original de El Decamerón, Giovanni Boccaccio, como el máximo prosista de la Edad Media, quien, tras los pasos de Petrarca, entendió la flexibilidad del latín.

«Yo le digo siempre a mis alumnos: era como el inglés que hablamos todos cuando vamos a Alemania o a China, claramente no es el de Shakespeare, y eso era el latín que se manejaba en aquel entonces. Era un latín que se modificaba, que cambiaba, que incluía palabras nuevas; se usaba mal, se usaba como lengua internacional», afirmó.

El crítico y moderador de la charla, José Antonio Valdés Peña, comentó que el contexto en el que se estrenó la versión en cine de El Decamerón fue «una década muy activa hablando de burguesía, hablando de la muy convulsa situación italiana a nivel político».

Platicó que Pasolini, al descubrir los cuentos de Boccaccio, encontró una nueva forma de presentar a la burguesía y a la clase trabajadora italiana en lo que ahora se conoce como la «Trilogía de la vida», que se compone de El Decamerón, Los cuentos de Canterbury (I racconti di Canterbury, 1972) y Las mil y una noches (Il fiore delle mille e una notte, 1974).

«Pasolini logra irse a un pasado donde, según él, éramos mucho más felices. Éramos seres humanos que dependíamos de la naturaleza, que nos entregábamos al placer, que ya vivíamos bajo la noción del pecado y del infierno, pero que no importaba», agrega.


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